Chicozapote

Chicozapote fresco: dulzura silvestre, textura de miel y sabor que abraza la tierra

Suave, meloso y con un sabor que recuerda a la caña, la miel y el caramelo, el chicozapote es una fruta que se deja descubrir lentamente, como un secreto del trópico. Su carne terrosa y dulce cautiva desde el primer bocado, evocando paisajes húmedos y selvas llenas de vida.

Principales productores:
Originario del sureste de México, el chicozapote se cultiva sobre todo en los estados de Yucatán, Quintana Roo, Campeche y Chiapas. Estas regiones, con suelos ricos y clima tropical húmedo, permiten que el fruto alcance una maduración completa entre los meses de marzo y junio, justo cuando adquiere su sabor más intenso y su textura más sedosa.

Lo que lo hace especial:
El chicozapote es fuente natural de energía gracias a su alto contenido de azúcares naturales. Aporta también fibra dietética, vitaminas del complejo B y minerales como potasio y hierro. Su semilla, grande y brillante, ha sido usada tradicionalmente para infusiones, mientras que el árbol que lo produce es famoso por ser fuente del látex con el que se elaboraba el chicle natural.

Ideas para usarlo:
Se disfruta mejor al natural, cuando su carne está perfectamente madura. También se licúa para jugos, batidos o nieves artesanales, se utiliza en panes, compotas, pays y dulces caseros. En algunas cocinas regionales se acompaña con limón o chile en polvo para resaltar su dulzura y crear un contraste de sabores.

Dato gourmet:
En Yucatán, algunos restaurantes de autor han incorporado el chicozapote en mousses, cremas frías y reducciones para postres con acento local. Su sabor complejo ha sido comparado con ingredientes como el dátil o la vainilla, y su perfil aromático lo convierte en un candidato ideal para maridar con ron añejo, quesos suaves o chocolates oscuros.