Rábano

Rábano fresco: crujiente, picante y lleno de frescura

Con su color vibrante, su textura firme y su característico toque picante, el rábano es uno de los acompañamientos más emblemáticos de la cocina mexicana. Refresca, contrasta y realza sabores, haciendo que cada bocado tenga un equilibrio perfecto entre intensidad y ligereza.

Principales productores:
En México, los principales estados productores de rábano son Puebla, Guanajuato, Oaxaca y Estado de México. Se cultiva principalmente en temporada de climas templados y fríos, destacando la producción oaxaqueña por la tradicional Noche de Rábanos celebrada en diciembre.

Lo que lo hace especial:
El rábano es bajo en calorías y rico en agua, vitamina C, potasio y compuestos azufrados naturales que le dan su sabor ligeramente picante. Tiene propiedades digestivas y diuréticas, y su textura crujiente lo hace ideal para preparaciones frescas y ligeras.

Ideas para usarlo:
Se consume principalmente crudo, en rodajas o rallado. Es ideal como acompañamiento de tacos, pozole, sopes, ceviches y guisos caldosos. También puede incluirse en ensaladas, escabeches o aguas frescas. Su sabor picante se suaviza con limón, sal y chile en polvo.

Dato gourmet:
En la cocina mexicana contemporánea, el rábano se ha incorporado en carpaccios vegetales, vinagretas picantes, salsas de rábanos fermentados, tostadas con aguacate y láminas de rábano encurtido, e incluso como crujiente final en sopas cremosas. Su intensidad natural y presentación visual lo hacen destacar como ingrediente fresco y elegante.